martes, 22 de septiembre de 2009

Madame Bovary


Gustave Flaubert
(Ruán, Francia 1821 – Croisset 1880)

Madame Bovary (dice un juicio académico) tiene la suerte de ser la obra maestra de la novela contemporánea: observación minuciosa y ajustada en una forma a la vez deslumbrante y sobria. El realismo de Flaubert nunca es una copia incolora de las apariencias superficiales. Todos sus personajes están tan metódicamente estudiados que, por más mediocres que sean, aparecen profundamente diferenciados y marcadamente caracterizados.

Flaubert estalló el escándalo, fue enjuiciado por los tribunales, acusado de atentar contra las buenas costumbres y ritos canónicos, y la primera edición de Madame Bovary fue literalmente absorbida por quince mil lectores ávidos. Detrás de ésta siguieron poco menos de cinco años de trabajo obsesivo, incesante, de gozo y suplicio a la vez, de forcejeos del autor consigo mismo, y casi cuatro mil cuartillas corregidas y vueltas a corregir decenas de veces.
A la vez, paradójicamente, Flaubert no deseaba interesar al público en su persona. Escribir, para él, es hacerse escuchar sin dejarse ver. “El escritor no debe dejar de él sino sus obras. Su vida importa poco”

José Arenas


Éste es uno de mis fragmentos favoritos de la obra.

“Tengo una religión; la mía que es mejor que la de todos sin sus tonterías y sus imposturas. Yo adoro a Dios. Yo creo en un Ser Supremo, en un Creador, el que sea, eso poco me importa, en alguien que nos ha traído a este mundo para que cumplamos con nuestro deber de ciudadanos y de padres de familia. Pero yo no tengo necesidad ir a la iglesia a besar bandejas de plata y a engordar con mi dinero a unos cuantos farsantes que comen mejor que nosotros. Puede honorarse a Dios lo mismo en un bosque que en una tierra de labor o simplemente contemplando la bóveda celeste, como hacían los antiguos. Mi Dios, el mío, es el de Sócrates, el de Franklin, el de Voltaire, el de Béranger. ¡Y estoy a favor de La profesión de fe del vicario de Saboya y de los inmortales principios del 89! Por eso no admito que a hombre pobre Dios, que se pasee por el jardín con el bastón en la mano, aloje a sus amigos en el vientre de las ballenas, muera lanzando chillidos y resucite al cabo de tres días; son cosas absurdas de por sí y contrarias por completo, además, todas las leyes de la física. Lo que, de paso, nos demuestra que los curas han vivido siempre en una ignorancia ruin y se esfuerzan en sumir en ella a los pueblos.”





“La literatura es una úlcera que me rasco, he ahí todo”
Hombre-pluma-Flaubert

Alain Robbe- Grillet, de la más reciente generación de escritores franceses, dice, “Para mi se trata de construir una cosa, a partir de nada, que se sostenga por sí sola, sin tener que apoyarse en nada que sea exterior a la obra. Yo no describo, yo construyo. Ésa era la vieja ambición de Flaubert: Es la de toda la novela moderna”.

Creo que verdaderamente sobra decir que sus bigotes son geniales.

4 comentarios:

Fer Trejo dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Fer Trejo dijo...

Después de leer ésto, creo que el mocoso de la sala de lectura no sabe lo que dice cuando critica al realismo y lo ve como algo malo en la historia de la literatura.

Irado Be dijo...

A partírsela al mocoso ese.

De acuerdo con lo del bigote.

Tengo que leer ese libro.

Christian O. Grimaldo dijo...

Al ver su foto siento el inmenso deseo de que él hubiera sido mi abuelito.

Debo leer ese libro... debo leer tantos!!

La literatura es una úlcera que me rasco... para mi es más una mano que me rasca las úlceras.

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