lunes, 21 de septiembre de 2009

Hay que compadecerlos



Oliverio Girondo
(Buenos Aires, 17 de agosto de 1891 - Buenos Aires, 24 de enero de 1967)




Hace poco tiempo que conozco sus creaciones sin embargo sus poemas se han convertido en algunos de mis favoritos.
En verdad, me duele no tener un libro suyo en mi librero y buscar sus poemas en la sagrada, adorable, y por momentos execrable interne’.




Hay que compadecerlos



Hay que compadecerlos
No saben. ¡Perdonadlos!


No saben lo que han hecho,

lo que hacen,

por qué matan,

por qué hieren las piedras,

masacran los paisajes...

No saben. No lo saben...

No saben por qué mueren.

Se nutren, se han nutridode hediondas imposturas

de vocablos sin pulpa, sin carozo, sin jugo,

de negras reses de humo,

de canciones en pasta,

de pasionales sombras con voces de ventrílocuo.

Viven entre lo fétido,

una inquietud de orzuelo,

de vejiga pletórica,

de urticaria florida que cultiva el ayuno,

el sudor estancado,

la iniquidad encinta.

No creen. No creen en nada

más que en el moco hervido.

en el ideal, chirriante,

de las aplanadoras, en las agrias arcadas

que atormentan al éter, en todas las mentiras

que engendran las matrices de plomo derretido

el papel embobado y en bobina.

Son blandos, son de sebo,

de corrompido sebo triturado

por engranajes sádicos, por ruidos asesinos,

por cuanto escupitajo se esconde en el anónimo,

para hundirles sus uñas de raíces cuadradas

y dotarlos de un alma de trapo de cocina

.Sólo piensan en cifras, en fórmulas, en pesos,

en sacarle provecho hasta a sus excrementos.

Escupen las veredas, escupen los tranvías,

para eludir las horas y demostrar que existen.

No pueden rebelarse.

Los empuja la inercia, el terror, el engaño,

las plumas sobornadas,

los consorcios sin sexo que ha parido la usura

y que nunca se sacian de fabricar cadáveres.

Se niegan al coloquio del agua con las piedras.

Ignoran el misterio del gusano, del aire.

Ven las nubes, la arena, y no caen de rodillas.

No quedan deslumbrados por vivir entre venas.

Sólo buscan la dicha en las suelas de goma.

Si se acercan a un árbol no es más que para mearlo.

Son capaces de todo con tal de no escucharse,

con tal de no estar solos.

¿Cómo, cómo sabrían lo que han hecho, lo que hacen?

¿Algo tiene de extraño que deserte del asco, de la hiel,

del cansancio?

Sólo puede esperarse que defiendan el plomo,

que mueran por el gusano, que cumplan la proeza

de arrasar lo que encuentren y exterminarlo todo,

para que el hambre extienda sus tapices de esparto

y desate su bolsa ahíta de calambres.



Son ferozmente crueles.

Son ferozmente estúpidos...

pero son inocentes.

¡Hay que compadecerlos!





1 comentarios:

Christian O. Grimaldo dijo...

Mira:

http://www.youtube.com/watch?v=5vdajEOvGGo&feature=related

Te recomiendo que leas algo de Juan Gelman también escribe padre.

Ahhh por cierto en la película de "el lado oscuro del corazón" el protagonista se llama Oliverio, deberías verla, creo que la disfrutarás.

Buen gusto :)

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