jueves, 17 de septiembre de 2009

Galileo y la experimentación.

Un buen domingo de 1581, dentro de la catedral de Pisa se hallaba un joven de diecisiete años. Era devotamente religioso y no hay por que dudar que intentaba concentrarse en sus oraciones; pero como a todo mundo en misa, le distraía algo, un candelabro que pendía del techo cerca de él. Había un corriente y el candelabro oscilaba de acá para allá.
En su movimiento de vaivén, unas veces corto y otras de vuelo más amplio, el joven observó algo curioso: el candelabro parecía batir tiempos iguales, fuese el vuelo corto o largo.

A estas alturas el joven de nombre Galileo, tenia que haberse olvidado por completo de la misa. Notó que el candelabro iba al ritmo de la música y el tiempo que tardaba en recorrer un oscilación larga era el mismo tiempo que tardaba en recorrer una oscilación corta.
Cuando regresó a casa ató diferentes pesas en el extremo de varias cuerdas. Cronometrando las oscilaciones que un peso suspendido de una cuerda larga tarda más tiempo en ir y venir que un peso colgado de una cuerda corta. Sin embargo, al estudiar cada peso por separado, comprobó que siempre tardaba lo mismo en una oscilación larga o corta. Galileo descubrió el principio del péndulo.
Pero había conseguido algo más: hincar el diente a un problema que había traído de cabeza a los sabios durante dos mil años: el problema de los objetos en movimiento.
El filósofo griego Aristóteles pensaba que el movimiento de caída era propio de todas las cosas pesadas y creía que cuanto más pesado era el objeto, más deprisa caía. Más tarde ya vimos que Arquímedes aplicó matemáticas a la ciencia del movimiento, pero de carácter puramente estático.
Después de su descubrimiento la preocupación de Galileo era hallar la manera de retardar la caída de los cuerpos para así poder experimentar con ellos y estudiar detenidamente su movimiento. (Lo que hace el científico en un experimento es establecer las condiciones especiales que le ayuden a estudiar y observar los fenómenos con mayor sencillez que en la naturaleza).
Para solucionar su problema y diferenciar un experimento de movimiento de caída libre con el péndulo ideó un sistema con un tablero de madera inclinado, que llevara en el centro un surco largo, recto y bien pulido. Una bola que ruede por el surco se mueve en línea recta. Y si se coloca la tabla en posición casi horizontal, las bolas rodarán muy despacio, permitiendo así estudiar su movimiento. Al hacer la prueba comprobó que exceptuando objetos muy ligeros, el peso no influía para nada: todas las bolas cubrían la longitud en el mismo tiempo.
Según Galileo, todos los objetos, al caer, se veían obligados a apartar el aire de su camino. Los objetos muy ligeros sólo podían hacerlo con dificultad y eran retardados por la resistencia del aire. Galileo luego subdividió su tablero con marcas a distancias iguales. Comprobó, que cualquier bola, al rodar hacia abajo, tardaba en recorrer cada tramo menos tiempo que el anterior. Estaba claro que los objetos aceleraban al caer. Después de establecer unas cuantas relaciones matemáticas sencillas para calcular la aceleración de la caída de un cuerpo, calculó exactamente, por ejemplo el movimiento de una bala al salir del cañón. Pero lo importante es remarcar el cambio en la ciencia. Los científicos no se contentaban ya con razonar a partir de axiomas, y comenzaron a diseñar experimentos y hacer medidas. Según muchos autores (en este caso Isaac Asimov) fecha 1589 como el año en que comenzó la ciencia experimental.

1 comentarios:

Irado Be dijo...

Fer, me declaro tu fansss. Bueno la verdad es que los personajes que has escogido me caen bien y los has mostrado de una forma divertida. Esta semana me está agradando en gran manera. Saludos.

Publicar un comentario