viernes, 29 de mayo de 2009

Una Sangre... Una Palabra.

Esta es la última entrada de ésta semana Ethos con el tema Mi Madre Tierra Latinoamérica. Espero haya sido de su agrada y haya también permitido la reflexión y el conocer o re-conocer un poco más sobre nuestra cultura, nuestra historia e identidad. Pues Latinoamreicanos nacimos y Latinoamreicanos moriremos.
En esta última entrada no introduciré ningún tema ni les compartirpe información específica que bien pude colocar aquí aprovechando en el espacio; pero preferí dejar precisamente éste pultimo espacio para reconstruir un nuevo conocimiento, revolver la conciencia y sacudir el corazón, compartiendo con ustedes un escrito que hace poco hice insipirado precisamente en el tema de esta semana del conocimiento.
Concluyo finalmente con dos canciones en las cuales concentro la esencia de las entradas que aquí he colocado y de la realidad de la tierra de donde nacimos: la madre sobre la cual fuimos sembrados para dejar frutos a nuestro alrededor y sean alimento de nuestros hijos y nuestros hermanos, para que éstos vuelvan a ser plantados.
De nuevo agradezco el espacio que se me otorga en este blog, esperando tener la oportunidad de ofrecer y compartir más conocimientos con ustedes.


Un Suspiro

Resuena una palabra y la ensordece otra.
Se levanta una mano y otra le corta los dedos.
Se abre una mirada y una espalda golpea su aflicción.
Un hombre escupe sobre otro y éste debora su aliento para gritar sobre la frente de una mujer.
Las lágrimas de una madre castigada se derraman para lavar los pecados de sus hijos.
Los hijos sobre la calle recogen las migajas detrás de los botines con las esperanza de reconocer a su padre.
Los padres caminan con los ojos en el cielo para encontrar lo que perdieron abajo; y tropiezan.
Coléricos se levantan y regalan sus ropas sucias, empolvadas, al transeunte fantasma para que no padezca el frío ni las asperezas de la calle.

Mas resuena una palabra de compasión y la ensordece otra.
Se levanta una mano herida y otra le corta los dedos.
Se abre una mirada de desolación y una espalda aplasta su última esperanza.
Un hombre escupe clavos sobre otro y éste, como un monstruo, debora su aliento para gritar amor sobre la frente de una mujer.
Las lágrimas de una madre desterrada se derraman para lavar los pecados de sus hijos... que se venden por ella.

Y aún así, ellos juegan en el agua y ensucian sus ropas con lodo; corren en la calle, tropiezan, otros los levantan y sueltan risotadas aunque se hayan raspado las rodillas.
Miran al cielo buscando lo que nunca perderán...

... Muy dentro suspiran.



Luis Fernando Guerrero Gutiérrez.
3 de Abril de 2009.


1 comentarios:

Christian O. Grimaldo dijo...

"Las lágrimas de una madre desterrada se derraman para lavar los pecados de sus hijos... que se venden por ella."

Yo lo interpreto como la madre tierra, la tierra latinoamericana.

Esta semana me ha hecho pensar muchas cosas, tú semana me hizo pensar en el compromiso con nuestra tierra, tenemos que hacer algo... somos un grupo, somos hijos de la misma tierra y tenemos la juventud de nuestro lado.

El final de tu escrito es único, es como si pudiera verlo y sentirlo.

Gracias Fer, por tu semana y tu presencia. Muchas gracias.

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