lunes, 20 de abril de 2009

Juana Ramirez de Asbaje

Mmmh… Personaje. Decidirlo me ha costado más trabajo del que creí. Aunque me gustaría hacer mi aporte sobre un personaje menos conocido, siento una fuerte necesidad de hablar de una mujer que ha ganado mi admiración desde mis años de primaria, incrementándose en medida que conozco más de ella. Debido a que recientemente leí un apartado muy interesante, (de un libro titulado “LAS DESOBEDIENTES, mujeres de muestra América Latina”.. jaja, verán por dónde va la perspectiva del asunto) es que me emociona hablarles sobre Juana Ramirez de Asbaje.

Es muy posible que muchos de ustedes ya conozcan la información que habré de mencionar, de hecho, me causa mucha curiosidad. Si pudieran comentar acerca de qué tanto sabían sobre esto, les agradecería.

Sobre todo porque la información que gira en torno a ella es algo confusa, (¿o manipulada?), de manera que a pesar de lo que se diga en los textos, cada día me convenzo más de que esta mujer era una rebelde inevitablemente vestida de hábito.

Seguramente, todos conocemos al menos el inicio de “Hombres necios que acusáis a la mujer sin razón …” , ¿No les pareció espectacular la elocuencia de esta mujer la primera vez que lo escucharon?

Bien, con esto presento a Sor Juana Inés de la Cruz, primera poeta e intelectual de las letras coloniales. (¡Y autodidacta!)



Es gracias a sus cartas que se ha logrado rescatar los datos más importantes de su biografía. Sin embargo es necesario analizarlas a fondo, dependiendo de la finalidad con que fueron escritas.

En primer lugar mencionaré su situación social, como hija “ilegítima” de una criolla, Isabel Ramírez y de un militar español, Pedro de Asabaje. Juana tuvo cinco hermanos, de los cuales los últimos tres eran de otro padre. Esta situación era bastante común en la clase alta mexicana, pero había que guardar las apariencias, al punto de tener q mentir para poder ingresar al convento (donde sólo admitían a hijas legítimas de familias blancas).

A los tres años, sin el permiso de su madre, asistió a la escuela en donde enseñaban a su hermana a leer y escribir, engañó a la maestra diciéndole que su madre le había enviado para que aprendiera. Lo mantuvo en secreto hasta haber aprendido a leer, (muy rápidamente) a sabiendas que podría ser castigada fue más fuerte su inquietud por conocer. Mostrada también a sus ocho años, cuando al saber que no le dejarían asistir a la universidad, leía vorazmente los libros de su abuelo a pesar de las reprimendas de éste por estorbarle. Fue desde entonces que supo que su mayor obstáculo sería el género.


Los padres se dan cuenta de esta niña prodigio y la mandan a la capital con unos tíos ricos que tenían influencias en la corte Virreinal de Nueva España. La fama de la joven crecía, la Virreina Leonor Carreto queda impresionada ante la belleza, encanto e inteligencia que presentaba la joven, además de su facilidad poética, por lo que la instala en la corte como una de sus damas.


Es mencionada como víctima del momento histórico, debido a que una criolla blanca como ella, sólo tenía dos alternativas viables: El matrimonio o el convento, y ella optó por la vida religiosa; El no hacerlo implicaría esposarse con un marido que tendría control absoluto sobre ella, continuos embarazos y una veta a sus estudios, (lo “prudente” en las mujeres en esa época era callar y apartarse del mundo). Esta decisión la ayudó a alcanzar una tremenda eminencia intelectual, pero con el tiempo la llevó a la destrucción.



En un inicio se integró a la orden de las Carmelitas Descalzas, pero su rigor terminó por enfermarla, dejando la orden a tan sólo tres meses de haber ingresado. Es entonces que entra con las Jerónimas, orden mucho más blanda, en el convento de Santa Paula, donde vivían en amplias celdas rodeadas de sirvientas y esclavas, vestían elegantes hábitos de telas finas y comían primorosamente. También se permitían las visitas y era constante que los Virreyes le solicitaran poemas, compensándole esta labor con dinero, libros o instrumentos científicos/musicales. La biblioteca personal de Sor Juana llegó a ser una de las mejores de Nueva España.

Aún en sus ratos de ocio la mente de Sor Juana no paraba. No mira nunca de una manera desinteresada: analiza, teoriza, abstrae, descubre. Por naturaleza estaba en conflicto con otra regla impuesta por el Concilio de Trento(la primera se refería a la perpetua clausura): que la mujer religiosa debiera permanecer en un estado de “santa ignorancia”.

La mayoría de su obra es religiosa, aunque los poemas seculares son los más conocidos. Por éstos últimos es que tenía grandes dificultades con la iglesia que desaprobaba este tipo de escritos, sobre todo al observar la pasión con la que expresaba una pena amorosa, un poema al amado ausente o incluso a los celos y el sufrimiento de ser desdeñado.

Gracias a las conexiones que mantenía con las virreinas era que se le permitía continuar con su obra, protegida de las crecientes amenazas por parte de los clérigos. Ésta fue la época más productiva. Sin embargo, el Arzobispo de México que era tremendamente misógino, sentía un alto grado de irritación contra la monja que atraía tanta atención.


Una marquesa, en su regreso a España, le solicitó sus escritos y los publicó bajo el título de “Inundación Castálida”, tuvo muy buena aceptación y su popularidad incrementó indiscutiblemente.

Tras despertar la molestia de sus superiores, contando con pocos aliados y muchas amenazas, se publicó (según, sin su consentimiento) una crítica al sermón de un jesuita portugués, el padre Antonio Vieira. Ahí fue la guerra. Que una monja se atreviera a criticar a un hombre de la estatura de Vieira era inusitado. Al mismo tiempo de esta publicación se le envió una carta amonestándola por su excesivo amor a los vanos asuntos seculares, aunque fue enviada por Fernández de Santa Cruz (un superior) fue firmada como Sor Filotea de la Cruz, para darle más suavidad.




Sor Juana no respondió de acuerdo a lo esperado tomando los caminos de la obediencia y la sumisión, sino que lo utilizó como medio para defenderse ante el mundo como una mujer con derecho a expresarse y hacer uso de su inteligencia. Abogaba también por otras mujeres de su clase social, para quienes el estudio estaba vedado, sólo por diferencias de género. Su elocuente petición, no fue escuchada.

Para los años que le siguieron, encontrándose el país en un estado “apocalíptico”, debido a las inundaciones y desastres en los cultivos, Sor Juana cambia de actitud por entero, bajo la presión del Arzobispo vende su biblioteca y decide renovar sus votos acusándose de la “peor del mundo”. Se desconocen las causas precisas que la llevaron a tomar estas decisiones.



Sin embargo, existen algunos datos (encontrados muchos años después) que nos llevan a pensar que no desistió por completo, si no que esperaba por tiempos mejores. Una carta donde la monja se defendía con el seudónimo de Sor Serafina de Cristo ante las acusaciones constantes (por los años en que había renovado votos). Además de encontrarse que Sor Juana fue contadora del monasterio por años y en los últimos, cuando se deshizo de sus pertenencias estaba (ilegalmente) invirtiendo una cierta suma de dinero personal con un banquero acaudalado, con el conocimiento del secretario eclesiástico encargado de revisar los libros.


Por último se descubrió en el (finalmente encontrado) inventario de su cuarto, 180 libros además de varios legajos de papel; esto nos habla de que no cesó del todo su labor intelectual, incluso a sabiendas y con el apoyo de las hermanas del claustro(habría sido imposible de otra manera).



Estos hechos no podrían ser meras coincidencias. A pesar de la fuerte represión que sufrió esta amante de la sabiduría, es placentero saber que no cedió y que a pesar de las circunstancias se mantuvo en la lucha. Lamentablemente, una peste virulenta azotó el país y Sor Juana Inés de la Cruz muere en 1695.

2 comentarios:

Darío "Changuito" Beltrán dijo...

La entrada es buena, me ayudó a amarrar cabos históricos sueltos.

Me gustó el poema que subió Christian, esa primer estrofa no tiene desperdicio.

Patty dijo...

Buenísima tu elección. Está hermoso. Aunque la última parte es algo desalentadora.

Además, deja más claro cómo se sentía la reprimida mujer, ahh?.

Ohh... una cosa más, esta monja de sumisa tenía poco, -a pesar de todo-, en las cartas queda clarísimo cómo se le ponía al "tu x tú" (jaja, no encontré otra mejor manera de decirlo) a los superiores religiosos que tanto la molestaban, claaro, de una manera muy poética.

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